Tengo un ojo que no esta en lo cotidiano, que no mira los semáforos, ni se fija en los escaparates de la nueva temporada, no se mira en los espejos, ni en la ducha se me cierra mientras esta cayendo el agua, tengo un ojo que no duerme, ni siquiera parpadea por no perderse un fotograma , una instantánea, una centésima y te de por pasar como exhalada, como un fantasma , como la sombra de un dejavee y en ese instante, te me vayas...
Y este ojo centinela, se ha buscado un compañero ,un compinche parabólico, un compadre de pesquisa cotidiana, un camarada que no oye lo ordinario, que ha nacido meramente para escuchar tus pasos, tu imperceptible cascabel entre el estruendo de la manada , un suspiro en hora punta, tu voz liviana, este oído que no sirve para escuchar el murmullo, ni la música, ni los gritos, ni el caer de una moneda, ni los viejos ventiladores de las salas, de espera, ni las risas de los niños, ni los trenes, ni las vías, ni la incesante algarabía de las gentes pasajeras.
Y estos dos, mi sabuesos incansables, mis acérrimos proféticos buscadores de señales, el día en que te encuentren y nerviosos ......, ese día como raudos animales darán la campanada, definitiva y anhelada señal de alerta, a lo que despertara mi lengua, para decirte decidida que cada vez que en esta vida, a una mujer amé, era a ti en realidad, a la que amaba .
Y este ojo centinela, se ha buscado un compañero ,un compinche parabólico, un compadre de pesquisa cotidiana, un camarada que no oye lo ordinario, que ha nacido meramente para escuchar tus pasos, tu imperceptible cascabel entre el estruendo de la manada , un suspiro en hora punta, tu voz liviana, este oído que no sirve para escuchar el murmullo, ni la música, ni los gritos, ni el caer de una moneda, ni los viejos ventiladores de las salas, de espera, ni las risas de los niños, ni los trenes, ni las vías, ni la incesante algarabía de las gentes pasajeras.
Y estos dos, mi sabuesos incansables, mis acérrimos proféticos buscadores de señales, el día en que te encuentren y nerviosos ......, ese día como raudos animales darán la campanada, definitiva y anhelada señal de alerta, a lo que despertara mi lengua, para decirte decidida que cada vez que en esta vida, a una mujer amé, era a ti en realidad, a la que amaba .